
itera viene naciendo desde hace más de 25 años, desde 1995, cuando se comenzó a adquirir la experiencia, primero en Ecuador y luego a nivel continental, que ahora nos permite ser consultores ágiles.

en norte, centro y sudamérica, desde 1995
Soy Bryan Jiménez, fundador de itera. Con cada una de aquellas experiencias, el “tiempo de itera” se acercaba más. Experiencia de desarrollador, de analista, de gerente de proyectos. De gerente de TI. De consultor asociado y director en consultoras globales, cada una de esas experiencias le dió más sentido y solidez a itera, de su razón de ser, así como un sentido de qué evitar y que no ser.

Oficialmente desde 2018, itera se conforma para ayudar a las organizaciones en su camino a lo digital y a la agilidad, en tiempos de mucha confusión, de modas, de profetas y agoreros. En ese entonces existía una necesidad imperiosa de elevar la discusión de agile no solo a nivel de los equipos, sino de los ejecutivos de las organizaciones. No solo desde los fanáticos y entusiastas, sino desde los profesionales y la consultoría.

Había una necesidad urgente de salirnos de conversaciones inútiles de “ese rol no existe en Scrum” o de “este proyecto esta muerto, revívelo con agile” o de “cuántas certificaciones tienes” (de todas formas las tenemos, ver al final) y elevar esa conversación para entender cómo la agilidad habilita lo digital y cómo termina moldeando a la organización, ciertamente desde un ground-up pero definitivamente también desde un top-down. Para eso se necesitaba que un ex-ejecutivo, un ex-tecnólogo, un MBA les hable de producto digital y agile a todos los niveles de la organización, equipos y ejecutivos, gente de negocios y de tecnología.

La pandemia puso a prueba a muchas organizaciones, y orgullosamente algunas de ellas dicen explícitamente que estas nuevas capacidades les ayudaron a sobrellevarla mucho mejor. Tuvimos que ponernos al día y estar a la altura del momento en relación a las herramientas online y prácticas para poder mantener “viva” a la agilidad.

de forma remota en tiempos de pandemia.
El mundo de itera es el mundo de las prácticas ágiles, más que el de los frameworks cerrados. El mundo de itera es el cuestionamiento respetuoso del “por qué” antes del “qué” y el “cómo“, con argumentos sólidos de management, de marketing, de tecnología, de metodología, pero basados en la realidad y en la experiencia, y no en una suerte de religión fanática llamada “agile” de “escrumeros” versus “kanbaneros” o de “odiadores de SAFe” versus el resto del mundo.

El mundo donde se mueve itera es el mundo de hacer y tomar lo que hace sentido, probarlo, profundizarlo o descartarlo rápidamente, gestionando el cambio desde un awareness profundo, un enablement para que luego se dé un reinforcement. A todo nivel.
La agilidad que impulsa itera es un sueño y un ideal que se aterriza para obtener valor del mismo. Ahí radica su fuerza: la energía que nos transmite para trabajar por organizaciones cada vez más efectivas pero sobre la base de un enfoque humanista, colaborativo y no competitivo y sin sentido.
Y lo mejor es que bien hecha, la agilidad da unos resultados impresionantes y moldea culturas que son las que habilitan esos logros increibles, pero de manera sostenida, orgánica, convirtiendo la agilidad en una capacidad, no un truco.

